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Me pasa algo, pero no sé cómo ponerle nombre

A veces hay algo dentro que se mueve, que pesa… pero no sabemos muy bien qué es. Puede que no haya una razón concreta, o aunque sí la haya, dudemos de si es “suficiente” para sentirnos así. A veces no hay palabras claras, solo un cansancio que no se va, una irritabilidad constante, una sensación de vacío, una tristeza silenciosa o la idea de que “no debería estar así”.

Cuando esto ocurre, nos sentimos desorientadas. Nos cuesta entender si lo que nos pasa tiene nombre, si hay forma de abordarlo o si deberíamos, simplemente, “pasar página” o “tirar para adelante”.

No saber cómo se llama lo que sentimos no significa que no sea importante, que no tenga un origen, o que no merezca espacio.

Cuando el cuerpo lo dice antes que las palabras

En muchas ocasiones, lo que empieza dando la señal de alarma no es una emoción, sino una sensación física: el insomnio, los nudos en el estómago, la presión en el pecho, las ganas de llorar sin motivo…

El cuerpo puede ser el primer mensajero de un malestar emocional que llevamos tiempo silenciando o normalizando, y lo hace con sabiduría: intenta avisarnos cuando algo no está bien, aunque no sepamos traducirlo aún.

Ponerle nombre no lo resuelve, pero ayuda a cuidarlo

Necesitamos dar espacio a lo que sentimos, aunque no sepamos cómo explicarlo. Una forma de visibilizarlo y de empezar a cuidarnos puede ser nombrar el malestar, expresarlo a los demás.

Esto no quiere decir que vaya a desaparecer, pero lo vuelve más comprensible, menos amenazante. Nos permite empezar a cuidar esa parte nuestra que está pidiendo atención.

Si esto te suena…

Si alguna vez te has sentido así —confusa, saturada, emocionalmente desbordada, pero sin saber por qué—, ten en cuenta que no eres la única, ni estás sola.

En A flor de ment Psicología nos damos espacio para acompañarnos en el proceso de ir descubriendo, con dedicación y cuidado, lo que a veces llevamos mucho tiempo sosteniendo en silencio.